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El Hotel
Durante la segunda mitad
de la década de los años setentas comenzó la moda de levantar casas de campaña en Uvero pués no todos los ciudadanos sagüeros
tenían viviendas en este paraíso del embelezo. Se veían algunas regadas a la entrada, algunas en los vacíos entre viviendas fijas y otras en los canalizos, pero
la famosa lo era la tienda de campaña Hotel California(1), muy popular entre la juventud de la época y la cual, de forma insólita,
se levantaba en el centro de Uvero donde, supuestamente, no se permitían estos circos gitanos por parte de la policía del
puesto ya que se trataba del “downtown” de la playa que había que conservar de forma “decente”; pero
además, asombraba que los inquilinos del hotel lo eran la crema y nata del diversionismo ideológico(2) de Sagua La Grande
(los gusanos), los 70’s hippies que imitaban la vida libre de los Estados Unidos.
Corría un caluroso Agosto de
1977 y algunas casitas de campañas estaban instaladas en Uvero. Detrás en el Canalizo del Muerto habían plantado la suya,
Charles, Machy, Tintín y Vilorio los cuales, en medio de una humareda, trataban de luchar contra los mosquitos; delante, en
el downtown, estaba el Hotel California “con todas las habitaciones ocupadas” y aún así seguían llegando gusanos
pués a nadie se le negaba el hospedaje si pertenecía a la “cosanostra”. Emilito y Gilbertico
la habían instalado en la mañana y ya por el mediodía la ocupaban muchos más de los que podrían caber dentro, entre ellos
Rafe y Soto que eran puntos fijos de Uvero, excelentes cocineros y sobretodo encargados de mantener la música americana a
todo volumen las 24 horas del día para deleite de los emocionados playeros.
Las chancletas del Soto
Se recuerdan “casos y cosas”
del hotel como por ejemplo lo relacionado con “las chancletas del Soto” las cuales eran solicitadas por algunos
para poder entrar en el baño “sin herir los pies con vidrio inglés”. Aquel baño de Uvero era una verdadera asquerosidad
pués los cientos de visitantes hacían sus necesidades fisiológicas en el primer espacio vacío que encontraran en el suelo
y esto hacía muy difícil poder entrar por la noche por este laberinto de estiércol teniendo en cuenta que allí no había luz
eléctrica pues el bombillo siempre estaba roto.
Pero el Soto (muy inteligente él) confeccionaba el mapa del piso por el día y se lo dictaba por la
noche a todo aquel que le pedía prestadas sus codiciadas chancletas. Algunos acertaban pero otros no, como era el caso de
Caraballo que nunca interpretaba correctamente el croquis de Sotolongo: “Tres pasos de frente, dos a la izquierda, un
salto al frente, giro de 90 grados y “espacio libre para defecar”… Este amigo siempre regresaba con las
chancletas repletas de mierda por lo que Soto se ponía furioso; y eso se repetía hasta dos veces por noche ya que los raros
hábitos alimenticios de Caraballo provocaban estas urgentes incursiones en el oscuro baño. Su alimentación
consistía en arroz, frijoles, aguacate, carne y dos helados copelitas mezclados con todo esto dentro del mismo plato. ¡ Ya
les digo…eran gente raras las del Hotel California!...
El Snorkel
¿Saben lo que es un snorkel…verdad?,
bueno es el tubito plástico que se usa junto a la careta para poder respirar cuando se nada con la cabeza debajo del agua
en el mar…
Por la mañana el Soto corre al mar para hacer sus necesidades fisiológicas y ve de pronto a Gilbertico
alrededor de un grupo de “admiradores” dándoselas de buzo con su careta y patas de rana, por lo que se le ocurre
decirle que en el fondo del agua había un snorkel (exactamente donde había defecado) que tratara de rescatarlo. Gilbertico
entonces, dándoselas de Jaques Costeau, tomó una bocanada de aire y zambulló a las profundidades del océano (a un metro y
medio de profundidad) donde no tardó en hallar el valioso snorkel y salir a la superficie con aires de triunfo y con su mano
alzada, como Estatua de la Libertad, gritar a todos los vientos: “Un esnoque, encontré un esnoque”-
Todos
reían y a la vez se asqueaban tapándose la nariz pués el gran explorador submarino lo que tenía en su mano era en realidad
un enorme y curvado producto estomacal defecado minutos antes por Sotolongo, que por cierto, según los testigos presentes
durante el rescate, confirmaron que se parecía aquello, muchísimo, a un snorkel de buceo.
¡ No cabíamos en casa ¡
Así se pasaban de alegres aquellas inolvidables
temporadas. Entre la juventud todo se vale y nadie (más allá de un corto enfado), se peleó con sus colegas por alguna que
otra maldad de mocedad. Todos éramos (y somos) hermanos y recordamos todo aquello con tan profunda nostalgia, que hemos decidido
contarlo en público. El Hotel California siempre estaba lleno, a veces no cabía ni un cristiano
más como aquel día de Agosto de 1977. ...Pero de pronto llegó Eulogio Morales en uno de los camiones
de Sagua y parándose con gran campechanía y alegría frente al Hotel California le gritó al Soto que estaba cocinando: “Dímelo
gil, aquí estoy yo, vengo a pasarme dos semanas con ustedes”- El Soto se quedó mirándolo de arriba abajo y le preguntó:
“¿Y qué traistes de comida gil?”- A lo que Eulogio respondió abriendo la jaba que traía al hombro: “Mira
esto”-
En el interior se podían ver dos melones de agua, tres aguacates, dos mangos y una lata de leche condensada
cocinada en baño de maría.
Está de más decir que ese mismo día por la noche regresó nuestro inolvidable Eulogio a Sagua
debido a que se comió toda la despensa que llevaba para dos semanas de vacaciones en solo 10 horas.
Este amigo lo recordamos
con especial interés y cariño por ser un personaje folklórico y porque además, él es uno de nuestros hermanos fallecidos antes
del tiempo lógico que nos brinda la creación. Lo mismo sucede con Rafe Jiménez y Jorge Peraza a los que Dios nos arrebató
cuando todavía eran unos jóvenes con muchos sueños. Vaya a ellos estos inolvidables recuerdos de Los Beach Boys de Uvero.
- (1) Hotel California era una canción norteamericana de moda por
la época, del grupo "Eagles" (2) Diversionismo ideológico le llama el Gobierno a oir música americana, usar ropa
extranjera, tener el pelo largo, etc.
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